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jueves, 13 de junio de 2013

La Bendición Viene de Permanecer en DIOS




Dios en este tiempo quiere no sólo bendecirnos, sino también aumentar sus bendiciones sobre nosotros. Es por eso que necesitamos saber como éste proceso opera para no perdernos la bendición recibida ni desaprovechar la posibilidad de recibir el aumento o incremento del Señor.


Antes de continuar, es bueno destacar que las bendiciones son el privilegio de Dios para Su pueblo y que la obediencia al Señor es un requisito fundamental e indispensable para poder recibirlas, conservarlas y verlas aumentadas.


¿Tú crees que Dios te va a sanar? ¡Estás errado porque Él ya te sanó! ¡Llevó en la cruz del calvario nuestras enfermedades! ¿Lo crees o no?



La ordenanza del antiguo testamento establece que una persona que muere en un madero es maldita (Deuteronomio 21:23); esa persona no nos puede bendecir porque es maldito de Dios, pero los judíos no entienden la verdad y el misterio establecido por Dios desde antes de la fundación del mundo, y es que Cristo se hizo maldición por nosotros y llevó en la cruz delante del Padre los pecados de todos nosotros y nuestras enfermedades. ¡El precio ya está pagado! ¡Tu sanidad es un derecho! ¡Ya la tienes! ¡Solamente tienes que creerlo!


No tienes que acercarte a Jesús a ver si te sana, si hace algo o no, Él ya lo hizo. ¿Entiendes lo qué es escuchar la palabra de Dios y guardarla para obedecerla? ¡La bendición te está persiguiendo ahora, simplemente tienes que creer así como has creído en el perdón de tus pecados para salvación eterna! “…mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” dice Isaías 53:6. Del mismo modo que tus pecados, tu sanidad fue consumada en tiempo pasado.



En una oportunidad, le dijeron a Jesús: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24). ¡La vida abundante es para todos los que han creído! Los verdaderos creyentes dan gloria a Dios en las más grandes dificultades, saben que Dios se va a glorificar aún en el peor problema. ¡A los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien! ¡La cara del creyente no cambia con las circunstancias, no se vuelve depresivo con una mala noticia, no tendrá temor de malas noticias! ¡El creyente tiene fe, sabe lo que le corresponde! ¡Tiene derechos que ha adquirido Cristo en la cruz del calvario!


He escuchado cristianos decir: “Yo siento que Dios no me ama”. ¿Tú te llamas creyente? ¿Dios ama al peor de los criminales y a ti no? De tal manera amó Dios al mundo, dice Juan 3.16, y eso te incluye a ti, que dio a su Hijo unigénito para que todo aquel que en el cree no se pierda sino que tenga vida eterna. Si te ama, la provisión de Él es también para ti. Por eso en esta hora no le pedirás a Dios que te sane sino que le darás gracias porque Él ha consumado tu sanidad en la cruz del calvario. ¡Yo proclamo sanidad en el nombre de Jesús!


Santiago 5:14 y 15 dice: “14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados”.


Lo que más cuesta es creer la palabra de Dios; cuando esto sucede, la incredulidad está trabajando y por más creyente que seas, ella, la incredulidad, te está ganando una batalla. ¡Vamos a creer y a darle gloria a Dios!


El Señor se ha glorificado a sí mismo revelándote que sólo necesitas creer lo que ya está hecho; si tú has creído y sabes que está hecho, dile: “¡Señor, yo he creído por lo tanto he recibido!”


“Padre bendigo a tu pueblo, te doy gracias por tu presencia; que ésta nos acompañe y que tu pueblo sepa retener tu presencia, Señor. ¡Acompáñanos en los días venideros y alumbra nuestro camino! Haz brillar tu rostro sobre nosotros, te lo pedimos en el nombre de Jesús. Que los hombres vean tu gloria en nuestro rostro, que vean tu paz, tu bendición. Que tu pueblo disfrute de paz donde vaya, en el nombre de Jesús. Que tu presencia acompañe a tu pueblo, que tengan fe y operen en el poder de Jesucristo. ¡Reciban ahora unción y poder para sanar enfermos! En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”.



Dios no solamente quiere sanarte sino que quiere usarte para sanar; tu oración será poderosa, será firme. Las maldiciones y los poderes del infierno que traen enfermedades no podrán contra ti, porque la unción y el poder de Cristo estarán sobre ti. “…sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán” dice el Señor (Marcos 16:18).


Padre, te pido que tengas misericordia de tus hijos y nos bendigas, hagas resplandecer tu rostro sobre nosotros y pongas paz en el corazón de las personas que leen estas palabras. Padre yo los bendigo y pido que tu voz y la seguridad de escuchar tu voz los acompañé. ¡Que estén llenos de Fe y confianza! ¡Esa confianza que viene de escuchar tu voz! Destapa sus oídos espirituales y has oír tu voz claramente en sus mentes y en sus corazones. Esta es la herencia de los santos. En el nombre de tu hijo Jesucristo te lo pedimos. Amén.


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