Dios en este
tiempo quiere no sólo bendecirnos, sino también aumentar sus bendiciones sobre
nosotros. Es por eso que necesitamos saber como éste proceso opera para no
perdernos la bendición recibida ni desaprovechar la posibilidad de recibir el
aumento o incremento del Señor.
Antes de
continuar, es bueno destacar que las bendiciones son el privilegio de Dios para
Su pueblo y que la obediencia al Señor es un requisito fundamental e indispensable
para poder recibirlas, conservarlas y verlas aumentadas.
¿Tú
crees que Dios te va a sanar? ¡Estás errado porque Él ya te sanó! ¡Llevó en la
cruz del calvario nuestras enfermedades! ¿Lo crees o no?
La ordenanza del
antiguo testamento establece que una persona que muere en un madero es maldita
(Deuteronomio 21:23); esa persona no nos puede bendecir porque es maldito de
Dios, pero los judíos no entienden la verdad y el misterio establecido por Dios
desde antes de la fundación del mundo, y es que Cristo se hizo maldición por
nosotros y llevó en la cruz delante del Padre los pecados de todos nosotros y
nuestras enfermedades. ¡El precio ya está pagado! ¡Tu sanidad es un derecho!
¡Ya la tienes! ¡Solamente tienes que creerlo!
No tienes que acercarte a Jesús a
ver si te sana, si hace algo o no, Él ya lo hizo. ¿Entiendes lo qué es escuchar la palabra de
Dios y guardarla para obedecerla? ¡La bendición te está persiguiendo ahora,
simplemente tienes que creer así como has creído en el perdón de tus pecados
para salvación eterna! “…mas
Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” dice Isaías 53:6. Del mismo modo que tus pecados, tu
sanidad fue consumada en tiempo pasado.
En una
oportunidad, le dijeron a Jesús: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24).
¡La vida abundante es para todos los que han creído! Los verdaderos creyentes
dan gloria a Dios en las más grandes dificultades, saben que Dios se va a
glorificar aún en el peor problema. ¡A los que a Dios aman, todas las cosas les
ayudan a bien! ¡La cara del creyente no cambia con las circunstancias, no se
vuelve depresivo con una mala noticia, no tendrá temor de malas noticias! ¡El
creyente tiene fe, sabe lo que le corresponde! ¡Tiene derechos que ha adquirido
Cristo en la cruz del calvario!
He escuchado
cristianos decir: “Yo siento que Dios no me ama”. ¿Tú te llamas creyente? ¿Dios
ama al peor de los criminales y a ti no? De
tal manera amó Dios al mundo, dice Juan 3.16, y eso te incluye a ti, que dio a su
Hijo unigénito para que todo aquel que en el cree no se pierda sino que tenga
vida eterna. Si te ama, la provisión de Él es también para ti. Por eso en esta
hora no le pedirás a Dios que te sane sino que le darás gracias porque Él ha
consumado tu sanidad en la cruz del calvario. ¡Yo proclamo sanidad en el nombre
de Jesús!
Santiago 5:14 y
15 dice: “14 ¿Está alguno
enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él,
ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. 15 Y la oración de fe salvará al
enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán
perdonados”.
Lo que más
cuesta es creer la palabra de Dios; cuando esto sucede, la incredulidad está
trabajando y por más creyente que seas, ella, la incredulidad, te está ganando
una batalla. ¡Vamos a creer y a darle gloria a Dios!
El Señor se ha
glorificado a sí mismo revelándote que sólo necesitas creer lo que ya está
hecho; si tú has creído y sabes que está hecho, dile: “¡Señor, yo he creído por lo tanto
he recibido!”
“Padre
bendigo a tu pueblo, te doy gracias por tu presencia; que ésta nos acompañe y
que tu pueblo sepa retener tu presencia, Señor. ¡Acompáñanos en los días
venideros y alumbra nuestro camino! Haz brillar tu rostro sobre nosotros, te lo pedimos en el nombre
de Jesús. Que los hombres vean tu gloria en nuestro rostro, que vean tu paz, tu
bendición. Que tu pueblo disfrute de paz donde vaya, en el nombre de Jesús. Que
tu presencia acompañe a tu pueblo, que tengan fe y operen en el poder de
Jesucristo. ¡Reciban ahora unción y poder para sanar enfermos! En el nombre de Jesús hago
esta oración, amén”.
Dios no
solamente quiere sanarte sino que quiere usarte para sanar; tu oración será
poderosa, será firme. Las maldiciones y los poderes del infierno que traen enfermedades
no podrán contra ti, porque la unción y el poder de Cristo estarán sobre ti. “…sobre los enfermos pondrán sus
manos, y sanarán” dice el
Señor (Marcos 16:18).
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